top of page
  • Raúl Lorenzo

La derrota

Desperté en la inmensidad del océano. Era oscuro, pastoso, de olor a hidrocarburo y a basura en descomposición. Gélido como el miedo. Aterido de frío me abrazaba a mi mantita de bebé, corroída por el paso del tiempo y el sudor de mis manos, acurrucado en una esquina de la diminuta cama. Un viento helado hinchaba la sábana de franela, ésa bordada a mano por las manos inocentes de aquella jovencita que habría de ser mi esposa. ¿Cómo serán sus días en el fondo del mar? ¿Seguirá cuidando de nuestros hijos con la misma devoción? Me desengaño, son solo sombras en mi memoria. Ya ni siquiera recuerdo el contorno de sus rostros. Puede que ni siquiera hubieran existido. ¿Qué otra cosa puede hacer un hombre solo, a la deriva, sino inventar su pasado?


La noche no termina. Esta pesadilla, tampoco. No hay ni rastro de vida a mi alrededor. Tal vez ni yo mismo esté vivo. ¿Quién me lo podría asegurar? Yo soy el único testigo de mi desesperación. Pero no tengo a nadie a quien ofrecer mi testimonio. No me molesto en gritar, el nudo que atenaza mi garganta apenas deja pasar el aire. El poeta que cantaba al mar ya no tiene palabras, ahogadas como están en sus entrañas. Nos creímos dioses y tratamos de domeñar la naturaleza. ¡Nos tragó la bestia y mal nos digiere!


Despertar y entrar en una pesadilla. Mejor seguir durmiendo. ¿O tal vez no?




36 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Chicks

bottom of page